NUESTROS MENORES CADA VEZ BEBEN MÁS Y EMPIEZAN ANTES
El pasado mes de abril una menor murciana de 13 años tuvo que ser ingresada tras ingerir media botella de ron en menos de 45 minutos. Fue encontrada semiinconsciente por los servicios sanitarios en su domicilio. El pasado año, una menor madrileña falleció por la misma causa después de una celebración de Halloween con su grupo de amigos.
Sucesos como estos son cada vez más frecuentes y sacan a colación el debate sobre la permisividad que existe hacia el consumo de alcohol entre adolescentes, que se ha duplicado en los últimos veinte años, según el informe presentado este jueves por el Instituto Internacional de Estudios Sobre la Familia, «The Family Watch», realizado en colaboración con expertos psicólogos y psiquiatras de la Consulta del Dr. Chiclana con motivo del Día Mundial de los padres y madres que se celebra este 1 de junio.
El 25% de los menores consume alcohol antes de los 13 años. Los datos son alarmantes: según este estudio el 50% de los jóvenes inician el consumo de alcohol antes de los 15 años y el 25% lo hace antes de los 13 –la edad media se sitúa en los 13,7 años. Estas cifras ponen de relieve que la ingesta de alcohol en la infancia es uno de los mayores problemas de salud pública de la última década en los países occidentales. Las familias con hijos adolescentes dicen ser conscientes de ello –ocho de cada diez cree que ha habido un aumento sustancial en la última década– y los expertos alertan de que «estos datos nos exigen una reflexión sobre la importancia de educar a los menores» en los peligros que encierra el consumo temprano de bebidas tóxicas.
María Martín Vivar, psicóloga y coordinadora de la Unidad de Psiquiatría y Psicología del Niño y el Adolescente en la consulta del Dr. Chiclana, afirma que «un 80% de menores entre 14 y 18 años reconoce haber probado el alcohol» y, aunque no existe un registro cuantificable de cuántos de ellos lo consumen diariamente o con mucha frecuencia, «esto debería ser suficiente dosis de realidad para las familias y los centros escolares», dos agentes fundamentales en la prevención de este problema.
SEÑALES DE ALERTA
Existen factores poblacionales de riesgo que condicionan el consumo de alcohol en adolescentes y preadolescentes. Si el menor ha sufrido algún tipo de maltrato o abuso, sufre ansiedad, o trastornos de depresión y déficit de atención e hiperactividad (TDH), es posible que recurra a la ingesta de tóxicos para «evadirse de la realidad», según explica Iñaki de Arancibia, médico de Familia y Medicina Psicosomática en la Consulta del Dr. Chiclana.
«Para su prevención es fundamental una coordinación entre familia y colegio», asegura la psicóloga Martín Vivar. Los jóvenes tienen que saber que «la probabilidad de dependencia al alcohol se incrementa por cuatro cuando su consumo se ha iniciado antes de los 14 años según los resultados del informe, frente a aquellos que comienzan con 20 años de edad. «Estas cifras exigen mayor conocimiento y sensibilización de los daños, en muchas ocasiones irreversibles», explica la psicóloga. El primer paso para ello es «preguntar a los adolescentes si consumen o no el alcohol, estar pendientes de ellos, saber con quién y a dónde van, qué aficiones tienen...»
Los daños por la ingesta de alcohol aumentan la predisposición a consumir tóxicos en el futuro¿Qué señales pueden alertar a familias y profesores del consumo de alcohol de menores que tienen a su cargo? El doctor Arancibia considera «esencial» dotar a los adultos en contacto con la población infanto-juvenil de las herramientas necesarias para reparar en el problema. Por ello explica que «si comienzan a faltar asiduamente al colegio, suspenden muchas asignaturas y se estropea la comunicación en casa por sus cambios de actitud», ya hay razones suficientes para permanecer alerta.
LESIONES CEREBRALES
Aunque, según explica Martín Vivar «hay diferencia entre consumir un tipo de alcohol u otro, es decir, tomarse una cerveza o una copa de ron –a mayor graduación de la bebida alcohólica mayor deterioro– los daños en la plasticidad cerebral pueden ser irreversibles y las vías neuronales pueden verse afectadas significativamente». Además, el doctor Arancibia asegura que «estas lesiones aumentan la predisposición a que en un futuro se consuman tóxicos».
Existen estudios en este sentido que demuestran que hay una tendencia al alza del consumo de hachís y marihuana si el adolescente se acostumbra a utilizar el alcohol como vía de escape de la realidad. «Si ha probado el alcohol y se ha acostumbrado a utilizar ese método para afrontar los problemas es probable que pruebe otro tóxicos. La adolescencia es una etapa de transmisión de la norma», explica Arancibia.
A pesar de las alarmantes consecuencias que arroja este informe –déficits cognitivos, daños a la neuroplasticidad, alteraciones neuronales, receptores blocados y enfermedades mentales– el experto lamenta que sólo el 10% de los menores reciben el tratamiento adecuado y que se sigue necesitando una mayor implicación de la familia como «piedra angular para el aprendizaje de los niños, sobre todo en los primeros años: comunicación, vínculos de confianza, y tiempo de calidad con los hijos», son cruciales para erradicar la epidemia que aqueja a la población infantil española.
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