CÓMO CONECTAR CON MI HIJO ADOLESCENTE SIN MORIR EN EL INTENTO
Un día, mi hija de 12 años entró en casa, se sentó en el sofá y me dijo: "mamá ya está aquí la adolescencia". Ese fue el momento en el que fue consciente de que la niñez se había quedado atrás, aunque ya, muchas semanas antes, su estado emocional cambiaba de la tristeza a la alegría en cuestión de segundos, se enfadaba con su padre sin motivo aparente, su habitación se había vuelto su "lugar seguro" en el mundo y, claro, sus amigos y el whatsapp eran una prioridad en su vida.La adolescencia es un periodo de la vida maravilloso, con muchos cambios y también con muchos retos por vivir dentro de la familia.
En la actualidad se valora que la adolescencia comprende el periodo entre los 12 y los 24 años. Es un tiempo de intensidad emocional, implicación social y también de creatividad.Fundamentalmente, el gran cambio durante la adolescencia se produce en el cerebro, y este cambio natural y saludable influye tanto en la mente (en la forma de pensar, razonar, centrar la atención y tomar decisiones) como en las relaciones con los otros. Así que, lo primero que debemos hacer como padres es informarnos de qué está pasando en su cerebro y hacer lo posible por entenderlo.
Características de la forma de sentir en la adolescencia
- La búsqueda de novedades. Esto surge por la necesidad de gratificación que crea la motivación de probar algo nuevo. Por una parte, puede suponer un comportamiento impulsivo que conlleve la falta de reflexión sobre las consecuencias y, por otra, el deseo de crear cosas nuevas y de vivir la vida desde la aventura.
- La implicación social mejora las relaciones entre iguales, los amigos se vuelven un apoyo que puede tornarse en bienestar y felicidad o, en el caso de jóvenes aislados de los adultos, pueden suponer un aliciente en sus comportamientos de riesgo.
- El aumento de la intensidad emocional otorga a la vida una mayor felicidad. En ocasiones, las emociones se viven tan intensamente que pueden provocar impulsividad, cambios de humor y reacciones excesivas. Por otro lado, los adolescentes están llenos de energía y de una vitalidad y entusiasmo difícilmente superable a otras edades.
- La creatividad. El razonamiento se vuelve abstracto y el pensamiento conceptual, lo que ayuda a que los adolescentes se cuestionen el mundo establecido por los adultos, creen nuevas ideas y apliquen a su vida todas las innovaciones a su alcance. Es una etapa en la que se busca el significado de la vida desde ese cerebro en ebullición, lo cual implica una crisis de identidad que han de superar para que la presión de los iguales y la falta de dirección no hagan mella en el adolescente.
Por tanto, los cambios de la adolescencia ofrecen al mismo tiempo riesgos y oportunidades. Los padres hemos de acompañar a nuestros hijos en esta etapa vital para que los retos que se les presentan se conviertan en dones y vivan esta etapa con la mayor vitalidad y seguridad que sean capaces.
¿Cómo puedo acompañar y apoyar a mi hijo adolescente?
- Utilicemos el diálogo reflexivo. Es importante que todos en casa, podamos decir en alto lo que sentimos, pensamos, esperamos, cómo vemos las cosas. Pero es igual de importante que el respeto a las opiniones del otro siempre esté presente.
- La base de las normas en casa ha de ser a través de las negociaciones con nuestro hijo adolescente. En la niñez podíamos imponer los límites, pero en esta edad los cambios en su pensamiento hacen que cualquier norma vaya a ser cuestionada y argumentada.
- Pongamos en práctica la empatía. Intentar entender a nuestros hijos, recordar cómo fuimos a su edad, qué sentíamos, sintonizar con ellos ayuda a que fluyan la comunicación y la comprensión.
- Resaltar lo positivo. Priorizar lo que nuestro hijo consigue con esfuerzo, sus logros, su valía personal, hará que se sienta seguro y tomado en cuenta.
- Es importante que los padres fomentemos su responsabilidad en la toma de decisiones desde el reconocimiento de sus valores y no desde el miedo a la represalia.
- Necesitamos crear espacios y momentos compartidos con nuestros hijos adolescentes. Esta premisa, que parece fundamental en la niñez, puede perderse durante la adolescencia por pensar que ya no nos necesitan tanto. No es cierto. No olvidemos que es una etapa de cambios en la que el acompañamiento de los padres es fundamental para dotarles de un entorno de seguridad que favorezca su adecuado crecimiento emocional.
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