jueves, 28 de enero de 2016


PELICULA MIA MADRE – 2016

Mia madre es un drama italiano dirigido y protagonizado por el italiano Nanni Moretti (Habemus Papa...)
Margherita es una directora de cine que se encuentra rodando una película con un famoso actor americano. Pero lejos de su día a día laboral, Margherita lucha por no derrumbarse: debido la enfermedad de su madre y la desobediencia de su hija adolescente.

Margherita es directora de cine. Le importa encontrar algo de verdad en las imágenes. Quizá por eso insiste a sus actores en que no elaboren únicamente personajes de ficción, en que pongan a su vez algo de sí mismos. A Margherita, también le preocupa la postura de la cámara, del cineasta, frente aquello que está filmando. En una de las primeras escenas de Mi madre, Margherita se enfada con uno de los operadores del rodaje porque ha filmado desde demasiado cerca los rostros de los personajes, un grupo de huelguistas a la entrada de una empresa. “Así, el espectador se siente dentro de la manifestación”, responde el operador. “No quiero que el público se sienta dentro”, replica ella, como si el director de Mi madre, Nanni Moretti, explicitara, en boca de su protagonista, su negativa al cine excesivamente intrusivo que parece haberse hecho popular en este arranque del siglo XXI. Como si el cineasta nos anunciase que la postura, la distancia y el respeto son también objeto de su película.




CRÍTICA DE LA PELÍCULA

Ver lo esencial
Margherita es el alter ego femenino de Moretti: una cineasta que está filmando una ficción sobre el conflicto social que opone a los obreros de una fábrica con el patrón. Una suerte de versión Moretti de que todo va bien. La protagonista está nerviosa, se molesta con facilidad. Su madre está hospitalizada con serios problemas respiratorios y cardíacos. El pronóstico de los médicos es pesimista. El tiempo de la película será el que le resta pasar con esta antigua profesora de latín, como la madre del propio Moretti. 

El cineasta combina recuerdos de juventud y anticipos de la muerte anunciada con una sobriedad admirable que atempera el terrible sentido de finitud que habita en la película. Moretti filma la muerte como un proceso natural. Detrás de la simplicidad narrativa hay una complejidad desconcertante. El montaje transcurre dentro la cabeza de Margherita. El cine y la vida se reflejan permanentemente. La realidad, el rodaje y los sueños se mezclan con una fluidez y un virtuosismo asombrosos.



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