PELICULA
MIA MADRE – 2016
Mia madre es un drama italiano
dirigido y protagonizado por el italiano Nanni Moretti (Habemus Papa...)
Margherita es una directora de
cine que se encuentra rodando una película con un famoso actor americano. Pero
lejos de su día a día laboral, Margherita lucha por no derrumbarse: debido la
enfermedad de su madre y la desobediencia de su hija adolescente.
Margherita es directora de cine.
Le importa encontrar algo de verdad en las imágenes. Quizá por eso insiste a sus
actores en que no elaboren únicamente personajes de ficción, en que pongan a su
vez algo de sí mismos. A Margherita, también le preocupa la postura de la
cámara, del cineasta, frente aquello que está filmando. En una de las primeras
escenas de Mi madre, Margherita se enfada con uno de los operadores del rodaje
porque ha filmado desde demasiado cerca los rostros de los personajes, un grupo
de huelguistas a la entrada de una empresa. “Así, el espectador se siente
dentro de la manifestación”, responde el operador. “No quiero que el público se
sienta dentro”, replica ella, como si el director de Mi madre, Nanni Moretti,
explicitara, en boca de su protagonista, su negativa al cine excesivamente
intrusivo que parece haberse hecho popular en este arranque del siglo XXI. Como
si el cineasta nos anunciase que la postura, la distancia y el respeto son
también objeto de su película.
CRÍTICA
DE LA PELÍCULA
Ver lo esencial
Margherita es el alter
ego femenino de Moretti: una cineasta que está filmando una ficción
sobre el conflicto social que opone a los obreros de una fábrica con el patrón.
Una suerte de versión Moretti de que todo va bien. La protagonista está
nerviosa, se molesta con facilidad. Su madre está hospitalizada con serios
problemas respiratorios y cardíacos. El pronóstico de los médicos es pesimista.
El tiempo de la película será el que le resta pasar con esta antigua profesora
de latín, como la madre del propio Moretti.
El cineasta combina recuerdos de
juventud y anticipos de la muerte anunciada con una sobriedad admirable que
atempera el terrible sentido de finitud que habita en la película. Moretti
filma la muerte como un proceso natural. Detrás de la simplicidad narrativa hay
una complejidad desconcertante. El montaje transcurre dentro la cabeza de
Margherita. El cine y la vida se reflejan permanentemente. La realidad, el
rodaje y los sueños se mezclan con una fluidez y un virtuosismo asombrosos.
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