COMO HABLAR A TUS HIJOS DE DIFERENTES EDADES SOBRE DIOS
La fe en Dios es algo tan personal que cada familia lo ve en forma distinta.
Sin embargo, dar a nuestros hijos la oportunidad de descubrir que no están solos en el universo, que hay algo más grande que nosotros, es una forma de reconocer una verdad contundente: Nosotros no tenemos el control absoluto de nuestro entorno. El mundo material no es la única realidad. Hay un trasfondo espiritual que da un significado más profundo a nuestras vidas.
Cuando tus hijos están pequeños, comparte con ellos tu propia fe.
Si crees en un ser supremo amoroso, hablar con “Papá Dios” todas las noches y pedirle que cuide a nuestros seres queridos es una rutina que da seguridad. Los pequeños se van a dormir tranquilamente con la idea que Dios está al pendiente.
Cuando los hijos crecen un poco, habrá situaciones que les retan a cuestionar.
En nuestra escuela se murió repentinamente una niña de seis años. “ ¿Dónde está? ¿Qué le va a pasar? ¿Me puede pasar eso a mí?” preguntaban sus compañeros de clase.
¡Difíciles preguntas!
En un momento de pérdida los papás pueden evitar responder por miedo de espantar a sus hijos con la cruel realidad. Todos nos morimos. Decir simplemente, “Está en el cielo con Dios” puede parecer demasiado sencillo, pero si eso es lo que nosotros creemos, podemos afianzar la base que nos apoya: Dios está a cargo de lo que nos pasa, y no nos abandona.
De los siete a los once años,es buen momento de enseñar a tus hijos los principios de tu religión.
En esta edad los niños todavía están dispuestos a aceptar y confiar en las respuestas que damos los adultos.
Los padres que se niegan a exponer a sus hijos a ninguna fe les privan de la oportunidad de descubrir su propia espiritualidad.
Comparte con tus hijos las oraciones tradicionales, los himnos y los rituales.
Los festejos religiosos y los eventos como primeras comuniones y bar mitzvahs dan la oportunidad de celebrar nuestra fe en comunidad, y al mismo tiempo dar a nuestros hijos una pertenencia en un importante grupo social.
En la pubertad,cuestionar a Dios no es un atrevimiento irrespetuoso ni blasfemo:
En esta edad,es una señal de que este tema es importante para el adolescente. Las respuestas sencillas ya no son suficientes.
A lo mejor tu hijo preadolescente trae preguntas imposibles.
A lo mejor te cuestiona a ti y a Dios sobre la injusticia, el hambre y la muerte de niños inocentes. ¿Es tu obligación como papá dar respuestas satisfactorias? Claro que no. El reto es mantener abierto el tema, dando chance a tu hijo a articular sus dudas y formar sus propias creencias.
Hay un momento en que los hijos acepten o rechacen la fe de su infancia.
Pero ahora buscan sus propias convicciones. Tu papel como padre o madre es ser auténtico, expresando tu propia fe sin miedo ni enojo, por medio de las acciones más que de las palabras.
Hablar con tus hijos sobre Dios es compartir una discusión sobre lo que más importa en la vida, el por qué de nuestra existencia.
No hay que evitar estas conversaciones, que pueden dar seguridad a los mpequeños y retar a los grandes a desarrollar habilidades espirituales.
Hablar con nuestros hijos sobre Dios les da herramientas.
Con tu ayuda pueden buscar una vida anclada en algo que trasciende las limitaciones de la economía o las relaciones con la pareja—tal vez les permita tocar el cielo. Y tal vez Dios les hablará sobre ti—“Oye, niño, tu mamá es buena onda, dale chance…”
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