Los padres siempre tienen que proteger a sus hijos, sean de la edad que sean, principalmente a los más débiles o a los que tengan alguna deficiencia. Deben evitar el desamparo, la soledad, el abandono y la inseguridad de ellos, pero de ahí a sobreprotegerlo, hay una gran diferencia real, que todos los padres deben conocer, para evitar que los hijos se sientan felices, pero que en el fondo sean unos desgraciados, durante un periodo de su vida, debido a que los padres les dan esos caprichos. La gran diferencia entre educarles bien o mal, sucede cuando los sobreprotegen, para solucionarles problemas en los que voluntariamente se han metido, evitando que asuman la responsabilidad adquirida, por sus malas acciones.
Algunos padres creen que no sobreprotegen a su hijos, que únicamente son estrictos al defenderles incondicionalmente desde pequeños, frente a cualquier situación. Pero en la protección, pasa como en las escaleras, hay varios peldaños que poco a poco, algunos padres van subiendo sin darse cuenta que llegan a límites perjudiciales para los hijos, cuando estos van siendo mayores, y lo que necesitan es corrección, en lugar de sobreprotección.
Hay algunos segmentos de la sociedad, donde los padres solamente aparecen, para solucionar las consecuencias de los hijos, cuando estos se han metido en graves problemas con la ley. Entonces surgen sistemáticamente, para que no se manche el nombre de la familia y para que no quede ninguna huella de sus problemas, en el historial delictivo de los hijos y así puedan seguir la carrera política, social o empresarial de los padres. La sobreprotección es una lacra inevitable y debilitante, en determinadas familias poderosas.
Esta sobreprotección de los padres, produce en los hijos un sentimiento y realidad de impunidad e inmunidad, a todos sus actos. Saben que sus padres pagarán sus multas o llamarán a sus amistades, para que todo quede borrado. Esto hace que se sientan pertenecientes a una elite social, donde las malas acciones, no tienen ninguna consecuencia y por lo tanto, pueden hacer lo que quieran en su comportamiento social, legal y de estudios. Si no aprueban este año, ya aprobarán el siguiente, y en el peor de los casos sus padres moverán unos hilos misteriosos, para que les faciliten los títulos académicos necesarios y así, puedan entrar en la gran sociedad a la que dicen que pertenecen.
El que hayan sido educados en ese ambiente blandengue y de superprotección familiar y social, no debería ser óbice, obstáculo, impedimento, valladar o atenuante jurídico, para disminuir o eximir sus responsabilidades con la sociedad, ni de las penas que les correspondan. Todos tenemos que ser iguales ante la justicia, haciéndoles saber, que no se pueden creer que sean de otra casta social de personas, a las que el brazo de la justicia no les alcanza.
Desconocen el concepto de responsabilidad, porque nunca han tenido ni que pensarlo. Sus responsabilidades han sido absorbidas por sus padres. No entienden que toda acción u omisión, tiene la responsabilidad de pensarla y aceptar las consecuencias. Eso no va con ellos. Están tan acostumbrados a que les solucionen sus cosas, ni llegan a pensar que tienen que solucionarlas ellos mismos.
El problema de la sobreprotección a los hijos, empieza cuando éstos desde muy niños, ven como sus padres les están inculcando con hechos la sobreprotección. Entonces ya no tendrán remedio y quedarán marcados para toda la vida, al pensar que alguien les tiene que solucionar sus problemas. Ya será muy difícil controlar a los hijos y llevarles por el buen camino, de la responsabilidad personal.
Sobreproteger a los hijos es blindarles ante la sociedad con una muralla fortificada, con dinero, poder y cumplimientos especiales ante las leyes,que les de la seguridad de que pueden hacer lo que quieran, cuando quieran y como quieran. Para eso tienen la red de seguridad de sus padres, que les respaldan en todas sus acciones.
Los padres sobreprotectores, eliminan de sus hijos la “cultura del miedo” a su mal comportamiento. Ya no les importa nada, saben que sus progenitores les sacarán de cualquier responsabilidad, en la que pudieran haber caído.
Padres sobreprotector ha habido siempre, pero eso es cada vez más un signo externo de nivel social y económico. Con su mal ejemplo, se convierten en padres sordos, ciegos y mudos, en los temas relacionados con la educación de las virtudes y valores humanos de sus hijos. Son expertos en solucionar los problemas en los que se meten sus “cachorros”. No vaya a ser que alguien toque o quiera tocar a uno de la dinastía.
Luchar en todas y cada una de las difíciles trincheras que tiene la educación de los hijos, puede provocar una pérdida de perspectiva y en consecuencia, la visión de conjunto de lo que es la educación integral. La educación, se ofrece íntegra o se deja. No hay medias tintas, como para ponerle parches, ni componendas. La educación no es un supermercado o bufet de comida, donde cada uno compra o consume la parte que quiere. Es menú único, pero muy completo.
Cuando los hijos llevan tiempo, viviendo dentro de su “zona de confort” y se ven sorprendido por una contrariedad o decisión ajena a su voluntad, se frustran y les entra el estrés, la depresión o las dos cosas a la vez. No estaban preparados para que alguien les pidiera cuentas de lo que habían hecho y les exigiera que se sometieran a las consecuencias.
La superprotección de los padres, también supone la pérdida del concepto de la responsabilidad, frente a las obligaciones contraídas en las relaciones sexuales con terceros. No les importa tenerlas, ni sus consecuencias negativas, pues saben a ciencia cierta, que sus padres se las solucionarán. La familia no va a permitir a sus hijos, aunque sean las ovejas negras del clan familiar, que tengan un problema de embarazo extramatrimonial y que por ese motivo se introduzca un extraño en el clan familiar. Ya encontrarán un procedimiento para liberarle del problema.
En estos casos siempre habrá unos buenos abogados o conexiones sociales, que solucionen los problemas que surjan, y en el peor de los casos, un centro de desintoxicación o rehabilitación, lo más parecido a un balneario, donde pasar una temporada. Pero tienen la seguridad, que a la cárcel no van a ir.
En los adolescentes, la soberbia y la ignorancia, inducidas o aprendidas por comodidad, son muy malas consejeras e insultantemente atrevidas, sobre todo, cuando por sus consecuencias se tienen que enfrentar ante la sociedad. Muy pocos son los que salen indemnes totalmente de sus actos, aunque sus padres les sobreprotejan.
Los padres tienen que recalcular el tipo de educación y sobreprotección que dan a su hijos, darles la vuelta como a los calcetines, sacarles de su “zona de confort” o no permitir que entren ella y se mantengan allí, hasta esperar las consecuencias por sus malas acciones. No deben confundir el amor verdadero a los hijos, con utilizar el poder material para permitirles que hagan lo que quieran, cuando quieran y donde quieran, porque sus padres les van a solucionar las consecuencias que tengan.
Esa sobreprotección se suele basar en actitudes paternas procedentes de orgullos personales, en amores construidos con materiales de desecho, como son:
A mis hijos no les toca nadie.
Mis hijos están por encima de todas las cosas, incluso de la sociedad.
Quiero que mis hijos sean más que yo.
Voy a dar a mis hijos lo que nunca he tenido yo.
El buen ejemplo de los padres es fundamental, pero la sobreprotección a los hijos, les deja a estos mutilados para vivir en la sociedad. La justicia no debería perdonar o atenuar su peso, a los hijos que han obrado mal, por mucho que sus padres les hayan acostumbrado a sacarles de todos los problemas sociales, en los que se han metido. La sobreprotección aderezada con la condescendencia, no sólo produce unos hijos injustos y privilegiados, sino que incluso sin hacerles conscientes de ello, les inculcan a creerse y alardear de que son de una raza superior.
Los padres deben inculcar a los hijos, a través del ejemplo y según sus edades físicas y mentales, la práctica deMvalores humanos,donde está perfectamente definido lo que es protección, lo que es sobreprotección y cuándo, dónde y cómo debe hacerse. Aunque no puedan o no quieran sobreprotegerlos, en todas las cosas que no deberían, puede haber causas excepcionales donde el amor de los padres se refleje en alguna ocasión y bajo condiciones muy estrictas, pues algunos hijos, bastante tienen con sobrevivir ellos mismos, en los segmentos sociales donde viven.
Hay una sobreprotección razonable y necesaria de padres e instituciones, para aplicar obligatoriamente ante verdaderas necesidades, por ejemplo a:
Los hijos que están rodeados de malas compañías, para evitar que por su proximidad e influencia les contagien, incluyendo la de los parientes o amigos tóxicos.
Las personas con capacidades diferentes, físicas, intelectuales o económicas, para que no les ocurran daños, que a otras personas es muy difícil que les ocurran.
Las 14 cosas que los padres deben hacer, para evitar la sobreprotección:
1. No aceptar de antemano posibles limitaciones de los hijos, sin que demuestren por si solos, su capacidad de superarlas.
2. No admitir la permisividad, como norma de educación de los hijos,para que se vean realizadas las aspiraciones, deseos e intereses de los padres.
3. No controlar sus decisiones, para que tengan la idea de que pueden hacer lo que quieran, pues los padres les sacaran de sus problemas.
4. No darles todo lo que quieran en asuntos económicos, permisos, relaciones, comportamientos, actitudes, etc. Exigiéndoles un esfuerzo, pequeño o grande para lo que quieran conseguir.
5. No evitar que sean los propios hijos, los que busquen soluciones a los problemas en los que se han metido. Que no estén esperando siempre, a que sus padres se los solucionen.
6. No hacerles ver que, socialmente son superiores a otras personas y que por lo tanto, tienen derecho a tratos diferentes por la sociedad.
7. No impedir que se relacionen con otras personas, que no sean iguales a ellos, en cuestiones económicas o sociales.
8. No inculcarles que solamente a través del éxito económico,encontrarán la satisfacción en la vida, con las cosas que compran.
9. No infundirles que solamente las cosas materiales, deben llegar a dominar su tiempo y los pensamientos, en detrimento de las relaciones personales y de los sentimientos de felicidad, con el amor hacia el prójimo.
10. No neutralizar su autonomía personal, aun a sabiendas que se equivocarán y así, tendrán que aprender de sus propios errores, justificados o no.
11. No obstaculizar que sus hijos se enfrenten a las dificultades o problemas, en las que consciente o inconscientemente se han metido, contra la sociedad.
12. No poner límites en el comportamiento familiar y social.
13. No tener miedo a las críticas de la sociedad, por no haber permitido a los hijos que sigan las corrientes sociales, que van en contra de las normas familiares y morales.
14. No tratarles de acuerdo con la edad física y mental que tienen. Los padres no pueden criar hijos con normas para menores de edad, para unas cosas y mayores de edad, para otras.
La sobreprotección, que en principio parece una ayuda, termina siendo todo lo contrario, al impedir que los hijos se responsabilicen de sus actos y sigan viviendo con sentimientos de inutilidad, al pensar que los padres les solucionarán todos sus problemas. Puede convertirse en la enfermedad de la opulencia, trasladada al estilo de vida.
Hay una gran cantidad de hijos educados, en un mundo de sobreprotección, que tendrán que aprender a sobrevivir, a medida que los padres pierdan su poder social o económico. Nadie tiene ese privilegio en propiedad, para toda su vida y para todas las ocasiones. Por mucho que les cueste, en algunas ocasiones, tendrán que irse acostumbrando a ser como los demás ciudadanos, tanto en su comportamiento, como en la ausencia de privilegios.
A los padres sobreprotegedores, no les importa que prevalezcan su orgullo, su mentira o su propio interés, para que la justicia no se aplique a sus hijos, ni que éstos se conviertan en “hijos ping-pong”, yendo del problema, a la inmunidad e impunidad, y vuelta a seguir en lo mismo. Piensan que lo que le pasó a su hijo, no le debió de haber pasado y que solamente fue por su mala suerte, ya que no tuvo nada que ver con su estilo de vida, pues no había nada malo en hacer lo que hacía, aunque la sociedad opinara lo contrario. La buena crianza de los hijos, hay que trabajarla día a día, no solamente cuando haya que solucionar sus problemas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario