PREFIERO UNA FAMILIA HERIDA, A UNA SOCIEDAD ENFERMA...
En el estadio Víctor Manuel Reyna, y ante miles de feligreses, el Papa Francisco escuchó la tarde de este lunes los testimonios de tres familias procedentes de diversos sitios del país y que pasan por distintos problemas.
El Papa Francisco afirmó que la familia está siendo debilitada, cuestionada y se cree que es un modelo que ya pasó y que no tiene espacio en nuestras sociedades, que bajo la pretensión de modernidad, propician cada vez más un modelo basado en el aislamiento.
"Es cierto, vivir en familia no siempre es fácil, muchas veces es doloroso y fatigoso, pero creo que se puede aplicar a la familia lo que más de una vez he referido a la Iglesia: prefiero una familia herida, que intenta todos los días conjugar el amor, a una sociedad enferma por el encierro y la comodidad del miedo a Amar".
Francisco afirmó que "la precariedad, la escasez, él no tener muchas veces lo mínimo nos puede desesperar, nos puede hacer sentir una angustia fuerte ya que no sabemos cómo hacer para salir adelante y más cuando tenemos hijos a cargo”.
"La precariedad no sólo amenaza el estómago -y eso es ya decir mucho-, sino que puede amenazar el alma, nos puede desmotivar, sacar fuerza y tentar con caminos o alternativas de aparente solución, pero que al final no solucionan nada”.
Jorge Mario Bergoglio expuso que "la forma de combatir esta precariedad y aislamiento, que nos deja vulnerables a tantas aparentes soluciones, se tiene que dar a distintos niveles. Una es por medio de legislaciones que protejan y garanticen los mínimos necesarios para que cada hogar y para que cada persona pueda desarrollarse por medio del estudio y un trabajo digno”.
Escuchó con atención los casos de las familias. El primero en tomar la palabra fue el joven Manuel Alejandro Morales Montoya que le contó:
"Santo padre Francisco antes caminaba corría y caminaba como todo niño, tengo distrofia muscular, me puse muy triste al ver que no podía caminar ni jugar, antes de que conociéramos a Dios siempre había pleito en mi familia pero ahora todo es diferente, le dijo el niño al Papa. Salgo en silla de rueda a evangelizar. Somos la esperanza de Dios, santo padre ore por nosotros los adolescentes de México", pidió el joven de 14 años de edad.
Otro caso fue el del matrimonio de Humberto y Claudia, quienes le contaron al Pontífice que ella tenía tres hijos y la vida les dio uno más que ahora es monaguillo.
"Hace tres años nos acercamos a la Iglesia y recibimos amor. Los divorciados y vueltos a casar no podemos comulgar, pero lo podemos hacer en otros hermanos necesitados", relató Humberto.
El último testimonio fue el de Beatriz, una madre soltera de la Arquidiócesis de la Ciudad de México quien contó cómo fue su vida en una familia que no le dio la atención, "varias veces quedé embarazada y aun cuando tuve la tentación del aborto no lo hice porque tuve la ayuda de Dios".
El jerarca católico agradeció a las familias por compartir sus casos de vida y contestó que los testimonios de Manuel y Beatriz "muestran como muchas veces la mayor tentación a la que nos enfrentamos es, cortarnos solos, y lejos de echarle ganas esa actitud es como una polilla que nos va secando".
Y agregó: "Por otro lado, como bien lo resaltaba el testimonio de Humberto y Claudia cuando nos decían que buscaban la manera de transmitir el amor de Dios que habían experimentado en el servicio y en la entrega a los demás. Leyes y compromiso personal son un buen binomio para romper la espiral de la precariedad", insistió.
El Obispo de Roma agradeció por estar en tierra chiapaneca.
Al terminar su encuentro con familias en Tuxtla Gutiérrez, el Pontífice abordó un Fiat que le llevó al aeropuerto de la localidad chiapaneca, desde donde volará de regreso a la Ciudad de México.
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