martes, 3 de mayo de 2016

DESCRIPCIÓN SOBRE EL DOCUMENTO POSTSINODAL

EXHORTACIÓN DEL PAPA FRANCISCO "AMORIS LAETITIA"





Pocos documentos pontificios han sido tan esperados por la opinión pública como la exhortación apostólica "Amoris Laetitia", en la que el papa Francisco recoge los frutos de los dos últimos Sínodos sobre el matrimonio y la familia. Fechada en la solemnidad de san José, a partir de la palabra de Dios se reafirma en ella que “el matrimonio cristiano, reflejo de la unión entre Cristo y su Iglesia, se realiza plenamente en la unión entre un varón y una mujer, que se donan recíprocamente en un amor exclusivo y en libre fidelidad, se pertenecen hasta la muerte y se abren a la comunicación de la vida, consagrados por el sacramento que les confiere la gracia para constituirse en iglesia doméstica y en fermento de vida nueva para la sociedad”. 


Después de describir en el capítulo segundo la situación actual de la familia y los desafíos que la cercan, el Papa hace memoria en el capítulo tercero de la doctrina de la Iglesia sobre la familia y la grandeza del sacramento del matrimonio. 

En el capítulo cuarto escribe páginas bellísimas sobre las características del amor esponsal y sobre la belleza de la caridad conyugal. 

El capítulo quinto, titulado Amor que se vuelve fecundo, está dedicado a la hermosura de la vida familiar, mientras el sexto está dedicado a la atención pastoral a los novios y el acompañamiento de los esposos en los primeros años en condiciones normales y también en situaciones de crisis, angustias y dificultades o cuando la muerte visita a la familia con la desaparición de uno de los esposos, un hijo o un familiar muy querido. 

Después de dedicar el capítulo séptimo a la educación de los hijos, en el capítulo octavo, titulado acompañar, discernir e integrar la fragilidad, la exhortación aborda el tema de las familias heridas, de los que conviven antes del matrimonio y de las personas en dificultad, a las cuales invita a no sentirse excluidas de la Iglesia, mientras que invita a los obispos y sacerdotes a proponerles un camino de acercamiento a la Iglesia que culmine en el sacramento del matrimonio. Advierte, no obstante que hoy, más importante que una pastoral de los fracasos hemos de esforzarnos para consolidar los matrimonios y así prevenir las rupturas. 

El capítulo octavo ha hecho correr en estos días ríos de tinta. En él el Papa invita a la misericordia y al discernimiento pastoral ante situaciones que no responden plenamente al pensamiento de Jesús y a la doctrina de la Iglesia sobre el matrimonio y la familia. Habla de los casos de fragilidad y de alejamiento del ideal cristiano, e invita a obispos y sacerdotes a “acompañar, discernir e integrar” en la “lógica de la misericordia pastoral” teniendo en cuenta la complejidad de las situaciones en que las personas viven y sufren. 

La exhortación apostólica señala que muchas parejas conviven o eligen el matrimonio civil por situaciones contingentes, como la falta de trabajo. El Papa pide transformar estas situaciones de dificultad en una oportunidad, sobre todo cuando la unión alcanza una estabilidad notable mediante un vínculo público y está cimentada en un afecto profundo y en la responsabilidad por los hijos. Entonces el acompañamiento debe convertirse en “camino hacia la plenitud del matrimonio y de la familia a la luz del Evangelio”. 

Trata después el Papa de los divorciados vueltos a casar y dice que pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, “que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas sin dejar lugar a un adecuado discernimiento personal y pastoral”. 

Propone después un camino de acompañamiento y discernimiento de la mano de un sacerdote, para formar un juicio correcto sobre aquello que obstaculiza la posibilidad de una participación más plena en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que pueden favorecerla y hacerla crecer. Tal discernimiento deberá hacerse teniendo en cuenta las exigencias de la verdad y de la caridad. En este caso, los pastores deberán “escuchar con afecto y serenidad, con el deseo sincero de entrar en el corazón del drama de las personas y de comprender su punto de vista, para ayudarles a vivir mejor y a reconocer su propio lugar en la Iglesia”.

El Papa afirma que los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente deben integrarse en la comunidad cristiana evitando cualquier ocasión de escándalo, pero sin que se sientan excomulgados y abriendo la posibilidad a algunos servicios eclesiales. Tal integración debe facilitar la educación cristiana de los hijos. 

El Santo Padre reconoce que no existen “recetas sencillas” pues las situaciones son muy diversas. No es posible, pues, una normativa canónica general aplicable a todos los casos. Por otra parte, el grado de responsabilidad no es siempre igual. Por ello, las consecuencias no deben ser necesariamente las mismas. Al hablar del camino de acompañamiento y discernimiento, en diálogo profundo entre fieles y pastores, el Papa aconseja que prime la lógica de la misericordia pastoral, sin que esto signifique que la Iglesia renuncia a proponer el ideal pleno del matrimonio y el proyecto de Dios en toda su grandeza, con plena fidelidad al Evangelio, excluyendo la tibieza, el relativismo o la pusilanimidad. 


DOCUMENTO DE REFERENCIA PARA LA PASTORAL FAMILIAR






“La Iglesia quiere llegar a las familias con humilde comprensión, y su deseo es acompañar a cada una y a todas las familias para que puedan descubrir la mejor manera de superar las dificultades que se encuentran en su camino”. Este es el espíritu que sobrevuela la exhortación apostólica "Amoris Laetitia", un documento largamente esperado con el que el papa Francisco, lejos de aspirar a una nueva normativa en materia de familia, ha tratado de “proponer valores” atendiendo a los problemas reales de las personas. Estos son algunos pasajes destacados de ‘La alegría del amor’:

Capítulo 1. A la luz de la Palabra 
• La alegría del amor que se vive en las familias es también el júbilo de la Iglesia (1). 
• No todas las discusiones doctrinales, morales o pastorales deben ser resueltas con intervenciones magisteriales (3). 

Capítulo 2. Realidad y desafíos de la familia 
• Los cristianos no podemos renunciar a proponer el matrimonio con el fin de no contradecir la sensibilidad actual, para estar a la moda, o por sentimientos de inferioridad frente al descalabro moral y humano (35). 
• La conciencia recta de los esposos, cuando han sido muy generosos en la comunicación de la vida, puede orientarlos a la decisión de limitar el número de hijos por motivos suficientemente serios (42). • La Iglesia rechaza con todas sus fuerzas las intervenciones coercitivas del Estado en favor de la anticoncepción, la esterilización e incluso del aborto (42). 
• La explotación sexual de la infancia constituye una de las realidades más escandalosas y perversas de la sociedad actual (45). 
• Merecen una gran admiración las familias que aceptan con amor la difícil prueba de un niño discapacitado (47). 
• La eutanasia y el suicidio asistido son graves amenazas para las familias de todo el mundo (48). 
• En las difíciles situaciones que viven las personas más necesitadas, la Iglesia debe tener un especial cuidado para comprender, consolar, integrar, evitando imponerles una serie de normas como si fueran una roca (49). 
• La violencia intrafamiliar es escuela de resentimiento y odio (51). 
• La violencia verbal, física y sexual que se ejerce contra las mujeres en algunos matrimonios contradice la naturaleza misma de la unión conyugal (54). 
• Hay quienes consideran que muchos problemas actuales han ocurrido a partir de la emancipación de la mujer. Pero este argumento no es válido, es una falsedad, no es verdad. Es una forma de machismo (54).
• Otro desafío surge de diversas formas de una ideología, genéricamente “La Iglesia quiere llegar a las familias con humilde comprensión, y su deseo es acompañar a cada una y a todas las familias para que puedan descubrir la mejor manera de superar las dificultades que se encuentran en su camino”. Este es el espíritu que sobrevuela la exhortación apostólica ‘Amoris Laetitia’, un documento largamente esperado con el que el papa Francisco, lejos de aspirar a una nueva normativa en materia de familia, ha tratado de “proponer valores” atendiendo a los problemas reales de las personas. Estos son algunos pasajes destacados de llamada gender, que niega la diferencia y la reciprocidad natural de hombre y de mujer. Esta presenta una sociedad sin diferencias de sexo, y vacía el fundamento antropológico de la familia (56). 

Capítulo 3. La mirada puesta en Jesús: vocación de la familia 
• La indisolubilidad del matrimonio (…) no hay que entenderla ante todo como un “yugo” impuesto a los hombres sino como un “don” (62). 
• La decisión de casarse y de crear una familia debe ser fruto de un discernimiento vocacional (72). 
• La unión sexual, vivida de modo humano y santificada por el sacramento, es a su vez camino de crecimiento en la vida de la gracia para los esposos (74). 
• Frente a situaciones difíciles (...) los pastores, por amor a la verdad, están obligados a discernir bien las situaciones (…) Al mismo tiempo que la doctrina se expresa con claridad, hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones (79). 
• El hijo reclama nacer de ese amor, y no de cualquier manera, ya que él no es un derecho sino un don, que es el fruto del acto específico del amor conyugal de sus padres (81). 
• La opción de la adopción y de la acogida expresa una fecundidad particular de la experiencia conyugal (82). 
• La familia protege la vida en todas sus etapas y también en su ocaso. Por eso, a quienes trabajan en las estructuras sanitarias se les recuerda la obligación moral de la objeción de conciencia. Del mismo modo, la Iglesia (…)rechaza con firmeza la pena de muerte (83). 
• La escuela no sustituye a los padres sino que los complementa (84). 
• La Iglesia mira a las familias que permanecen fieles a las enseñanzas del Evangelio, agradeciéndoles el testimonio que dan y alentándolas (86). 

Capítulo 4. El amor en el matrimonio 
• En la vida familiar no puede reinar la lógica del dominio de unos sobre otros (98). 
• Se comparte todo, aun la sexualidad, siempre con el respeto recíproco (125). 
• La decisión de dar al matrimonio una configuración visible en la sociedad, con unos determinados compromisos, manifiesta su relevancia (131). 
• Dios mismo creó la sexualidad, que es un regalo maravilloso para sus creaturas (150). 
• Es importante ser claros en el rechazo de toda forma de sometimiento sexual (156). 

Capítulo 5. Amor que se vuelve fecundo 
• Las familias numerosas son una alegría para la Iglesia (167). 
• La paternidad responsable no es procreación ilimitada o falta de conciencia de lo que implica educar a los hijos (167). 
• Todo niño tiene derecho a recibir el amor de una madre y de un padre, ambos necesarios para su maduración íntegra y armoniosa (172). 
• Valoro el feminismo cuando no pretende la uniformidad ni la negación de la maternidad (173). 
• Sin las madres (...) la fe perdería buena parte de su calor sencillo y profundo (174). 
• La adopción es un camino para realizar la maternidad y la paternidad de una manera muy generosa (179). 
• Una familia que no respeta y atiende a sus abuelos, que son su memoria viva, es una familia desintegrada (193). 

Capítulo 6. Algunas perspectivas pastorales 
• Es necesario no quedarse en un anuncio meramente teórico y desvinculado de los problemas reales de las personas (…) No se trata solamente de presentar una normativa, sino de proponer valores (201). 
• Se nos plantea la necesidad de una formación más adecuada de los presbíteros, los diáconos, los religiosos y las religiosas, los catequistas y otros agentes pastorales (202). 
• Queridos novios: Tened la valentía de ser diferentes, no os dejéis devorar por la sociedad del consumo y de la apariencia (…) Sois capaces de optar por un festejo austero y sencillo (212). 
• Es importante iluminar a los novios para vivir con mucha hondura la celebración litúrgica (213). 
• Se vuelve imprescindible acompañar en los primeros años de la vida matrimonial (217). 
• Es posible que uno de los dos cónyuges no sea bautizado, o que no quiera vivir los compromisos de la fe (…) Es posible encontrar algunos valores comunes (228). 
• Hoy, la pastoral familiar debe ser fundamentalmente misionera, en salida, en cercanía, en lugar de reducirse a ser una fábrica de cursos a los que pocos asisten (230). 
• Tratemos ahora de acercarnos a las crisis matrimoniales con una mirada que no ignore su carga de dolor y de angustia (234). 
• Hay que reconocer que hay casos donde la separación es inevitable (…) Pero debe considerarse como un remedio extremo (241). 
• A las personas divorciadas que viven en nueva unión, es importante hacerles sentir que son parte de la Iglesia, que no están excomulgadas y no son tratadas como tales (243).
• A los padres separados les ruego: Jamás, jamás, jamás tomar el hijo como rehén (245). 
• Con los matrimonios mixtos (…) se debe buscar una colaboración cordial entre el ministro católico y el no católico, desde el tiempo de la preparación al matrimonio y a la boda (247). 
• Personas con tendencias homosexuales (...) una experiencia nada fácil ni para los padres ni para sus hijos (…) Ha de ser respetada en su dignidad y acogida con respeto, procurando evitar todo signo de discriminación injusta, y particularmente cualquier forma de agresión y violencia (250). 
• No existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el matrimonio y la familia (251). 
• Familias monoparentales (…) el progenitor que vive con el niño debe encontrar apoyo y consuelo entre las familias que conforman la comunidad cristiana, así como en los órganos pastorales de las parroquias (252).

Capítulo 7. Fortalecer la educación de los hijos 
• Siempre hace falta una vigilancia. El abandono nunca es sano (…) Pero la obsesión no es educativa (260). 
• La tarea de los padres incluye una educación de la voluntad y un desarrollo de hábitos buenos e inclinaciones afectivas a favor del bien (264). 
• La familia es la primera escuela de los valores humanos (274). 
• Las tecnologías de la comunicación y la distracción (…) no sustituyen ni reemplazan la necesidad del diálogo más personal (278). 
• La educación de los hijos debe estar marcada por un camino de transmisión de la fe (287).

Capítulo 8. Acompañar, discernir e integrar la fragilidad 
• El matrimonio cristiano (...) se realiza plenamente en la unión entre un varón y una mujer (…) Otras formas de unión contradicen radicalmente este ideal, pero algunas lo realizan al menos de modo parcial y análogo (292). 
• El camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie para siempre y difundir la misericordia de Dios a todas las personas que la piden con corazón sincero (…) Hay que evitar los juicios que no toman en cuenta la complejidad de las diversas situaciones, y hay que estar atentos al modo en que las personas viven y sufren a causa de su condición (296). 
• Los divorciados en nueva unión, por ejemplo, pueden encontrarse en situaciones muy diferentes, que no han de ser catalogadas o encerradas en afirmaciones demasiado rígidas (298). 
• Debe quedar claro que este no es el ideal que el Evangelio propone para el matrimonio y la familia (298). 
• Los bautizados que se han divorciado y se han vuelto a casar civilmente deben ser más integrados en la comunidad cristiana en las diversas formas posibles, evitando cualquier ocasión de escándalo (…) Su participación puede expresarse en diferentes servicios eclesiales: es necesario, por ello, discernir cuáles de las diversas formas de exclusión actualmente practicadas en el ámbito litúrgico, pastoral, educativo e institucional pueden ser superadas (299). 
• No debía esperarse del Sínodo o de esta Exhortación una nueva normativa general de tipo canó- nica, aplicable a todos los casos. Sólo cabe un nuevo aliento a un responsable discernimiento personal y pastoral de los casos particulares (300). 
• La conversación con el sacerdote, en el fuero interno, contribuye a la formación de un juicio correcto sobre aquello que obstaculiza la posibilidad de una participación más plena en la vida de la Iglesia y sobre los pasos que pueden favorecerla y hacerla crecer (300). 
• Evitar el grave riesgo de mensajes equivocados, como la idea de que algún sacerdote puede conceder rápidamente «excepciones», o de que existen personas que pueden obtener privilegios sacramentales a cambio de favores (300). 
• Ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal (301). 
• Es mezquino detenerse sólo a considerar si el obrar de una persona responde o no a una ley o norma general (304). 
• Un pastor no puede sentirse satisfecho sólo aplicando leyes morales a quienes viven en situaciones irregulares (305). 
• Invito a los pastores a escuchar con afecto y serenidad, con el deseo sincero de entrar en el corazón del drama de las personas (312). 

Capítulo 9. Espiritualidad matrimonial y familiar 
• La espiritualidad del amor familiar está hecha de miles de gestos reales y concretos (315). 
• La oración en familia es un medio privilegiado para expresar y fortalecer esta fe pascual (318). 
• La familia ha sido siempre el “hospital” más cercano (321). 








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