sábado, 19 de marzo de 2016

LA PALABRA - DOMINGO DE RAMOS

SEMANA SANTA


Con el Domingo de Ramos comienza la Semana Santa, el período más intenso y significativo de todo el año litúrgico. En ella se celebra el acontecimiento siempre actual, sacramentalmente presente y eficaz, de la pasión, muerte y resurrección del Señor. La Semana Santa, que culmina con el festivo "Aleluya" de Pascua, se abre con el episodio de la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén. Agitando palmas y ramos de olivo se revive en la procesión el triunfo de Cristo. Pero estas aclamaciones de alegría durarán poco tiempo, pues enseguida resonarán las notas dolorosas de la pasión de Jesús y los gritos hostiles contra Él, que a pesar de ser inocente, fue condenado a la muerte de cruz. Muchos de los que hoy gritan "hosanna" el viernes gritarán "crucifícalo".


DOMINGO DE RAMOS

Evangelio de San Lucas 19, 28-40

En aquel tiempo, Jesús iba hacia Jerusalén, marchando a la cabeza. Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos diciéndoles: Id a la aldea de enfrente: al entrar encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta: « ¿Por qué lo desatáis?», contestadle: «El Señor lo necesita.» Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban el borrico, los dueños les preguntaron: - ¿Por qué desatáis el borrico? Ellos contestaron: El Señor lo necesita. Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos, y le ayudaron a montar. Según iba avanzando, la gente alfombraba el camino con los mantos. Y cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos los milagros que habían visto, diciendo:-¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto. Algunos fariseos de entre la gente le dijeron: - Maestro, reprende a tus discípulos. El replicó: Os digo, que si éstos callan, gritarán las piedras.





COMENTARIO AL EVANGELIO
Pasada la Cuaresma, nos unimos a todas las personas que reconocen al Se­ñor en su entrada en Jerusalén. Nuestra alegría, nues­tros ramos son signo de esa alegría de Pascua que nos hará renacer y vivir como­ testigos de que la muerte y la incomprensión nunca tiene la última palabra. Domingo de Ramos, día de alegría, día de acompañar a Jesús, un rey de humildad, de servicio, de entrega de ­la vida, como signo de hasta dónde llega el Amor de Dios a los hombres


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