EVANGELIO DEL DOMINGO 16 OCTUBRE 2016
Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: "Hazme justicia frente a mi adversario." Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: "Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara."»
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»
Palabra de Dios
COMENTARIO AL EVANGELIO DEL DOMINGO
El evangelio de hoy..”Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios” es conocido en ambientes religiosos y también en el mundo político, económico y social. Para hacer quedar mal a Jesús, le ponen en la disyuntiva de decantarse hacia el César romano dominador o hacia los religiosos judíos. Le ponen una trampa. He aquí la pregunta capciosa: ¿Es lícito o no pagar el tributo al César? Pregunta envenenada. En cualquier caso quedaba mal: si dice no es antiromano, si dice sí es antirreligioso judío. Si dice si, le acusarán de colaboracionista. Si dice no, ya se encargarán los romanos de acusarlo porque prohíbe pagar el tributo al César. Lo que buscaban era hacer callar a Jesús y o/detenerlo. La frase “Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”, es una de las más celebras del Evangelio. No, no fue una respuesta evasiva, sino clarificadora y comprometida. Tendría que haber disgustado a los dos bandos: a los romanos porque para ellos el César era Dios –la palabra divina figuraba en la moneda-, y a los judíos porque no querían pagar otros tributos que los religiosos. Podríamos decir que invita a tomar distancia del sistema impuesto para no caer fatalmente en unas relaciones injustas y opresivas. Toma distancia respecto de la teocracia judía un sistema –hoy diríamos clerical- un sistema en que la iglesia –diríamos hoy- no respeta la autonomía de la sociedad civil, y también critica aquello que todavía hoy se llama Cesarismo, es decir, cuando la autoridad civil – el César- quiere monopolizarlo todo, incluso no respetando los derechos humanos, por ejemplo, la libertad religiosa de los padres al escoger el tipo de educación que quieren, cayendo en el laicismo, como Musolini hacía cuando decía al Papa: tú cuida de las almas y del cielo y yo cuidaré de los cuerpos y de la tierra, como si las personas no fuéramos un conjunto de alma y cuerpo con dimensiones civiles y religiosas tanto privadas como públicas, que ninguna autoridad debe pretender monopolizar o invadir, sino respetar, colaborando.
Los creyentes no vivimos nuestra fe encerrados en las sacristías. Aunque tengamos la mirada puesta en el cielo, vivimos, como todos, en la tierra, donde tenemos, como creyentes, nuestros deberes, pero también nuestros derechos privados y públicos, los públicos también. Ya veis si son actuales las palabras del Evangelio de hoy en nuestra sociedad. Jesús no cayó en la trampa, y nos avisa con su actitud de la trampa de ponerse del lado del César o de Dios de una manera excluyente. El seguimiento de Jesucristo, más allá de falsas separaciones, quiere una actitud y un hacer, como nos dice la segunda lectura: “vuestra caridad no se canse de hacer el bien – se entiende aquí en la tierra- y vuestra esperanza es Jesucristo, el Señor”. Así sea.
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