jueves, 21 de abril de 2016

EL SILENCIO DE EUROPA Y DE LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN

UN MILLÓN DE CRISTIANOS SIRIOS HAN TENIDO QUE HUIR 


En medio del ensordecedor silencio de los medios occidentales, un millón de cristianos sirios han tenido que dejar sus hogares ante el avance del ISIS, una proporción mayor que la de todos los refugiados con respecto a la población general. 

Si no ha pasado el último medio año como anacoreta en un remoto desierto, habrá leído, oído y visto innumerables veces a los refugiados musulmanes que se agolpan en nuestras fronteras. 

Probablemente, todos los días desde este verano ha tenido alguna ocasión de escuchar un caso dramático o una desgarradora descripción de sus tragedias personales o una diatriba contra el duro corazón de los políticos europeos, que no les dejan entrar con la celeridad y garantías necesarias.




Del mismo modo, apostaría que, salvo que se trate de un punto que le interese especialmente o acuda a fuentes distintas de los grandes medios de comunicación, ignora que los ataques del ISIS han desplazado y puesto en fuga a un millón de cristianos. Un millón. ¿Lo han visto en alguna primera de periódico, abriendo un telediario en alguna de las grandes cadenas? Un millón. Mientras los medios nos inundan con historias sobre los refugiados musulmanes. Casi se diría que es intencionado, que no es casual, ¿verdad?

Lo cuenta en el Catholic Herald John Pontifex, jefe de prensa de la rama británica de Ayuda a la Iglesia Necesitada (AIN), que ha llevado a cabo una investigación en Siria. Cuando, hace un año, el Parlamento Europeo aprobó una moción sobre la guerra de Siria en la que se afirmaba que 700.000 de los 2,5 millones de cristianos sirios - la abrumadora mayoría partidarios de Assad sin el que, dicen, la presencia cristiana en el país desaparecería para siempre -, muchos comentaristas expresaron su temor de que se estuvieran exagerando las cifras. Pero la investigación de AIN sugiere que los datos reales estarían más cerca del millón de personas. Proporcionalmente, recuerda Pontifex, es una cifra superior a la del total de refugiados sirios con respecto a la población general. 

Hasta el estallido de la guerra civil en la primavera de 2011, Alepo era la ciudad siria con más cristianos, unos 200.000, pero hoy apenas quedan 35.000, una reducción del 85%. La segunda mayor comunidad cristiana antes de la guerra estaba en Homs, pero según líderes de la Iglesia siria ha desaparecido el 95%, de 40.000 a apenas 2.000. Hasta en zonas más o menos controladas por las tropas gubernamentales se ha reducido drásticamente el número de cristianos. También se da el fenómeno inverso: algunas ciudades han aumentado considerablemente su población cristiana al convertirse en lugares de refugio para los cristianos que huyen de zonas bajo el control de los rebeldes (no solo el ISIS). 

Así, la ciudad costera de Tartús, donde Rusia mantiene su única base naval en el Mediterráneo, ha pasado de albergar 150.000 cristianos a ser hogar de medio millón, según el arzobispo maronita Antoine Chbeir. Muchos otros, naturalmente, han buscado refugio en la capital, Damasco. 

En el extranjero, uno de los problemas para contabilizar el número de cristianos entre los refugiados es que la mayoría evita los campos de asilados. No solo los cristianos: de los 4,8 millones de refugiados sirios registrados en los países fronterizos, solo el diez por ciento vive en los campamentos dispuestos para ellos por las Naciones Unidas. 

Los campamentos son, por así decir, el último recurso, el lugar donde se va cuando se han agotado todas las demás opciones. En el caso de los cristianos, no solo tienen mayor tendencia que el resto a evitar los campamentos sino que muchos ni siquiera se registran como refugiados. 

Consultados, muchos dicen temer la discriminación a la que suelen someterles sus compatriotas musulmanes por su estilo de vida y su manera de vestir diferentes. El ambiente predominantemente musulmán de los campamentos asusta a los cristianos, algo normal cuando se considera que hay indicios de que los extremistas se están infiltrando en los campamentos. En la propia Europa, numerosos solicitantes de asilo cristianos han denunciado amenazas y acoso por parte de los musulmanes que habitan en los mismos centros de refugiados, hasta el punto de convertirse en un serio problema de seguridad para las autoridades.














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