viernes, 23 de octubre de 2015

LAS FAMILIAS RECONSTITUIDAS: "LA VISIÓN DE LOS MENORES"

(estracto del estudio publicado por la Unión de asociaciones familiares - Unaf)



¿Cómo se sienten los niños y adolescentes cuyas familias se separan del modelo tradicional?


¿Qué ocurre cuando la pareja se divorcia, y el padre o la madre tienen otra relación, con la que además tienen hijos?


¿Están satisfechos con el trato que tienen con su madre y su padre, y con las parejas de estos si las tienen?

Estas son algunas de las preguntas a las que da respuesta la investigación «Las familias reconstituidas: la visión de los menores», publicado recientemente por la Unión de Asociaciones Familiares (Unaf), que arroja que el 19% de los menores encuestados ha vivido un proceso de reconstitución familiar en algún momento de su vida.

El informe da continuidad a la línea de investigación iniciada por esta organización, con el apoyo del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, sobre estos nuevos modelos de convivencia, formados por una pareja en la que al menos uno de sus miembros tiene hijos o hijas de una relación anterior. «Si bien es verdad que no es una realidad nueva, ya que este tipo de familias han existido siempre, ahora se calcula que conforman una de cada diez familias en nuestro país», confirma Salomé Adroher, consejera de Familia de la Comunidad de Madrid.

Según Alicia Garrido, profesora titular de Psicología Social de la Universidad Complutense de Madrid y directora del estudio, es importante señalar que aunque «en general, los adolescentes encuestados están muy satisfechos con sus nuevas familias, a las que en un promedio califican con un 8,35, la realidad es «que la relación con el padre y con la madre se resiente de forma significativa cuando no se reside con ellos, algo que se observa especialmente en el caso del padre. Es un hecho, la probabilidad de que se pierdan los vínculos con el progenitor no residente es mayor en el caso del padre que en el caso de la madre».

La situación empeora cuando uno de los progenitores, ya sea el padre o la madre tienen nuevas parejas «Se observa un ligero deterioro en la relación con la madre y un notable deterioro en la relación con el padre cuando estos tienen nuevas relaciones sentimentales», matiza esta docente. Dicho deterioro con el padre, además, es más acusado cuando este pasa a residir con su nueva pareja. «En efecto, hay que señalar que la relación con la pareja del padre suele ser más problemática que la que se mantiene con la nueva pareja de la madre», señala esta investigadora.

El informe señala que el 67% de los adolescentes cuya madre tiene una nueva pareja dice «llevarse bien con esta», pero solo el 49% se lleva bien con la pareja de su padre. Así, mientras que al padrastro se le da una calificación de notable (7,36), la madrastra no pasa del aprobado (6,30). Es más, mientras que un 24% de los adolescentes encuestados percibe a su padrastro como si fuera su padre, rara vez se observa esto en el caso de la madrastra, cuya figura solo es equiparada a la de la madre en un 9% de los casos.

«Eso si, prosigue Garrido, es poco probable que la figura del padrastro o la madrastra sustituya a la de los progenitores biológicos». Esta situación solo se puede dar, advierte esta investigadora de la Complutense, «cuando estos se han desvinculado de sus hijos, lo cual es más probable que ocurra en el caso del padre», advierte. De hecho, es interesante reseñar que del 26% de los adolescentes del estudio que no viven con su padre apenas tienen contacto con él.


Causas de conflicto

Uno de los principales motivos de conflicto en la relación con las nuevas parejas de los progenitores es, según el informe de Unaf, la intervención de estas en el mantenimiento de la disciplina y el control. «Nuestros datos indican que una participación moderada en este ámbito está asociada a una mayor satisfacción con la pareja del padre y/o madre, mientras que una implicación excesiva la reduce considerablemente», indica Garrido.


Crece el número de hogares en los que conviven hermanastros (3%)

Otra de las consecuencias directas de esta nueva realidad familiar es que las relaciones entre hermanos y hermanas se vuelven «más complejas». Pero tal y como recoge este estudio, cada vez son más los menores que tienen hermanos o hermanas con quienes no residen (7%) y aumenta el número de hogares en los que conviven hermanastros (3%).

Deterioro en la convivencia

Curiosamente, el estudio muestra niveles de satisfacción muy altos en los adolescentes de familias reconstituidas (8,54%), similar a las familias de un hogar nuclear (8,64%), mientras que el nivel más bajo se da en los hogares donde no residen ni el padre ni la madre (7,2%). No obstante, la relación de los adolescentes con los progenitores se ve afectada por la reconstitución familiar. «Se observa un ligero deterioro de la relación con la madre y un notable deterioro de la relación con el padre cuando estos tienen nuevas parejas», explica Gregorio Gullón, trabajador social responsable del servicio de atención a las familias reconstituidas - UNAF, pionero desde su creación. «Es evidente que ya no estamos ante los problemas típicos de la familia tradicional. Tanto la ruptura como la reconstitución familiar suponen una reorganización de las funciones parentales y la existencia de nuevas parejas hacen la situación más compleja, ya que los adultos tienen la necesidad de definir su papel respecto a los hijos que aportan sus parejas».





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