viernes, 23 de octubre de 2015

El Sínodo de la Familia


EL SINODO DE LA FAMILIA DEDICA LOS ÚLTIMOS CUATRO DÍAS A LA PREPARACIÓN DEL DOCUMENTO FINAL


Promoverá las «redes de familias» para el apoyo mutuo y la evangelización.


Cuando, en su tercera semana, el Sínodo de la Familia entra en la fase decisiva, la abrumadora mayoría de los participantes coinciden en que el nuevo método introducido por el Papa Francisco es más libre, más transparente, y mucho más profundo.

Los últimos cuatro días de trabajo de miércoles a sábado estarán destinados a redactar, estudiar, modificar y votar párrafo a párrafo la Relación Final, que queda a disposición del Papa con vistas a un futuro documento de magisterio.

Muchos de los participantes coinciden en que ha sido el Sínodo «más interesante», el «más intenso» y el que ha permitido hablar «con más confianza y más libertad».

El motivo fundamental es haber dedicado la mitad del tiempo a reuniones de los 13 grupos de trabajo por idiomas: cuatro en inglés, tres en francés e italiano, dos en español y uno en alemán. Se ha buscado la máxima diversidad geográfica gracias a que hay norteamericanos y asiáticos que hablan italiano, sudamericanos que hablan inglés, polacos y brasileños que hablan español, etc.

Así se constituyeron 13 «mini-sínodos» de veinticinco a treinta personas que contaban al menos con uno o dos matrimonios y un representante de Iglesias hermanas un metropolita ortodoxo, un obispo anglicano, un pastor evangélico, empeñados todos en ayudar a las familias, tanto en lo espiritual como en lo material.

Las intervenciones más interesantes han sido las de los dieciocho matrimonios que participan en el sínodo. La mayoría son parejas expertas en orientar a otras familias o en ayudar a matrimonios en crisis, y provienen de grupos y movimientos como Marriage Encounter, Retrouvailles, Equipes Reliance…

En los grupos de trabajo se creó un clima de escucha a los demás y, sobre todo, de escuchar a las familias con problemas, a los matrimonios rotos, a las personas divorciadas casadas civilmente, a las madres solteras o abandonadas, etc.

Ante las dificultades de las familias nucleares, padre y madre, a veces trabajando los dos, el Sínodo ha visto la necesidad de crear en torno a los movimientos y las parroquias «redes de familias», no sólo para la ayuda espiritual sino también para la material, como llevar hijos al colegio, atender a enfermos, hacer compras, pues, como dice un proverbio africano, «para sacar adelante un niño hace falta todo el poblado».

El Santo Padre ha añadido que «una Iglesia sinodal es una Iglesia de la escucha. De una escucha recíproca en la que cada uno tiene algo que aprender: el pueblo fiel, el colegio episcopal, el Obispo de Roma; unos de los otros y todos escuchando al Espíritu Santo». Es una Iglesia que debe ser «como una pirámide invertida» en la que el Papa está abajo como servidor de todos, “siervo de los siervos de Dios”.


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